Para MONSITA mi
perrita adoptada, que llego a casa en el mes de julio de 2004, cuando
tenia 4 meses
Primera semana
Hoy he
cumplido una semana de vida. ¡qué alegría haber llegado a
Un mes.
Mi mamá me cuida muy bien. ¡Es una mamá ejemplar! Me lo paso bomba con
el resto de mis hermanos, aunque a veces nuestra mami nos tiene que
llamar al orden. No importa , ella debe enseñarnos.
Dos meses.
Hoy me han separado de mi familia. Ella estaba muy inquieta y con sus
ojos me dijo adiós. Esperaba, con todo su corazón, que mi nueva "familia
humana" me cuidara tan bien como ella lo había hecho. Yo estoy bastante
asustado.
Cuatro
meses.
He crecido muy rápido; todo me llama la atención. Hay varios niños en mi
nueva casa que para mí son hermanitos. Somos muy inquietos: me cogen de
la cola y yo les mordisqueo jugando como hacía con mis hermanos perros.
Cinco
meses.
Hoy me han regañado. Mi ama se enfadó por me hice "pipi" en casa: ¡Nunca
me han dicho dónde debo hacerlo! Ya no me dejan dormir en casa, me han
buscado una nueva habitación que no está nada mal, el patio; aunque creo
que se les ha olvidado ponerme algo para taparme del sol y la lluvia. Un
día de estos se lo recordaré. Lo que no entendí fueron sus gritos: ¡No
te aguanto más!, debe ser cosa de humanos, les gusta hablar muy alto.
Ocho
meses.
Soy un perro feliz. Tengo el calor de un hogar, me siento tan seguro,
tan protegido...estoy convencido de que mi familia humana me quiere
mucho: me dejan hacer todo lo que quiero, me convidan cuando están
comiendo y nunca dicen NO.
El patio es para mí solito, aunque no han tenido tiempo de ponerme algo
para el sol y la lluvia. Me encanta escarbar todo el suelo, como hacían
mis antepasados, los lobos, para esconder su comida y decirles a todos
que aquel sitio era suyo.
Doce
meses.
¡He cumplido un año! Ya soy un perro adulto. Mis amos dicen que he
crecido mucho, más de lo que pensaban. ¡Qué orgullosos están de
Trece
meses.
¡Qué mal me he sentido! Mi hermanito me quitó la pelota y yo se la volví
a quitar, siempre jugamos a eso, pero mis mandíbulas se han hecho muy
fuertes, y sin querer, le he hecho un poco de daño.
Después del susto me han encadenado y apenas puedo moverme, además, como
todavía no han tenido tiempo de protegerme del sol y la lluvia, tengo
bastante calor. No sé que está pasando, pero en cuanto pueda, les pediré
perdón con un gran lametón. Tampoco sé qué significa lo que han dicho
acerca de que soy un ingrato y que me van a tener en observación. Ya me
lo explicarán.
Quince meses.
El lametón no les gustó. Ya nada es igual, sigo sin poder moverme. No
vienen a verme mis hermanos y me siento muy solo. Incluso, hay días, en
que se olvidan que tengo hambre y sed, y que me sigo mojando, a veces, y
otras tengo mucho calor. Algo he debido de hacer mal pero... ¡no me han
enseñado que está mal!
Dieciseis
meses.
¡Me han perdonado!, han venido a buscarme al patio y me han dicho que me
llevan con ellos de paseo en el coche. He dado miles de saltos y movido
el rabo como nunca... sé que eso les gustaba mucho.
Cuando hemos llegado a un cruce, con árboles preciosos, han parado el
coche y yo me he bajado feliz, es un buen sitio para jugar de nuevo con
mis hermanos y pasar un estupendo día de campo.
Lo que no entiendo es que ellos no han bajado y se han marchado con el
coche, a pesar de que les he ladrado. Les he oído decir que sabría
valérmelas por mí mismo, porque soy un perro listo. Ya está, esto es un
nuevo juego ¿verdad?; se trata de que tengo que correr detrás del coche
y después ellos correrán detrás de mí.
He jugado hasta que no he podido más, pero ellos no han parado. Seguro
que pronto volverán.
Diecisiete
meses.
He tratado de buscar en vano el camino de regreso a casa, ese es el
juego, seguro, pero estoy cansado. Procuro descansar sentándome lejos de
la carretera, olfateo, pero no consigo orientarme, creo que estoy
perdido.
En el camino, encuentro buena gente, que me mira con tristeza y me dan
algo de comer. Yo se lo agradezco con la mirada y con toda mi alma. Les
pido que se queden conmigo y me ayuden a buscar a mis hermanos, a mi
familia, y que si no los encontramos se pueden quedar conmigo porque yo
les querría igual, pero no parecen entenderme. Sólo dicen "pobre perrito
se ha debido perder"
Dieciocho
meses.
El otro día pasé por una escuela y ví a muchos niños como mis
hermanitos. Me acerqué con la esperanza de que ellos podrían estar allí,
pero unos cuantos, riéndose, me lanzaron piedras: "a ver quien tiene
mejor puntería", decían. Me han lastimado un ojo y desde entonces no veo
con él.
Diecinueve
meses.
Estoy muy flaco y no parezco el mismo. Creo que he perdido toda
esperanza de reencontrar a mi familia. Sólo quiero descansar. No puedo
entender que se compadecieran de mí cuando estaba bonito y ahora me
echen a escobazos o patadas si pretendo recostarme en una pequeña
sombra.
Veinte
meses.
Casi no puedo moverme. Hoy, al tratar de cruzar la carretera para llegar
al arrollo, estando en la cuneta, me han atropellado. No olvidaré la
mirada de satisfaccción del conductor. ¡Ojalá me hubiera matado! Me ha
dislocado la cadera, el dolor es terrible y mis patas traseras no
responden. Como he podido, me he arrastrado hacia la ladera del camino.
Ya llevo diez días sin poder moverme de este sitio, soportando el sol,
la lluvia, el frío y sin poder conseguir comida. Me duele mucho la
cadera y me siento muy mal.
Algunas personas al pasar ni me ven; otras dicen: "no te acerques". Casi
estoy inconsciente. La dulzura de una voz me ha hecho reaccionar: "pobre
perrito, mira cómo lo han dejado", decía. A su lado, está un señor con
bata blanca que ha empezado a tocarme, sólo ha dicho: "lo siento mucho
señora, pero este perro no tiene remedio, es mejor que deje de sufrir".
La señora, con lágrimas en los ojos, ha asentido. Como he podido, he
movido el rabo y la he miraado agradeciéndole que me ayude a descansar.
He intentado recordar cómo olían mis hermanos, cómo era mi casa, cómo
eran mis juegos...¡creo que lo he logrado! La señora me acaricia
mientras noto un pequeño pinchazo, está remitiendo el dolor: GRACIAS.
La tenencia de un animal de compañía es un acto de responsabilidad.
Ellos están deseando que les enseñemos lo que esperamos de ellos. Si no
lo has hecho, la solución no es el abandono.
|