Debajo del botón que al señor Martín se le cayo de su gran pantalón, todos pensaran que vivía un ratón, puessssssss ..... no, estos abandonaron el lugar hace muchos años, cuando en un frió invierno de grandes heladas y  escasez de lluvias el bosque se seco, la comida empezó a escasear y los ratones emprendieron el viaje a las tierras del Señor de Iras y no Volverás...

Anduvieron día y noche a través de llanuras y montañas,  cruzaron grandes ríos en pequeños cascarones de nuez  cargando sobre sus pequeñas espaldas con las pocas pertenencias que debajo de un botón por muy grande que este fuera, un ratón podía acumular durante su corta existencia.

Tres bellotas, unas pipas de girasol, tres castañas pilongas y un lacito rojo, distintivo que en el bosque después del éxito de la ratita presumida, todo ratón que se precie de serlo debe llevar en su equipaje por si en algún momento aparece la rata de su vida y quiere pedirla en matrimonio.

Como ya dije antes al abandonar  sus antiguos inquilinos el botón que era redondo y muy.. muy... muy... grandote, tan grandote como los pantalonazos de su dueño, apareció por los alrededores Roberto el buen músico de todas las bodas. Compositor y cantante, con fama de simpático y buen chico, pero como otros muchos en busca de vivienda, porque aun en el bosque todos los mejores huecos de árbol, rama de pino o cueva en rehabilitación al igual que en la vida real todo estaba ocupado, y a unos precios altísimos, ese invierno con tanto frío se llego a pagar por una cuarta rama y sin oruga a la que te pudieras subir en su lomo para llevarte a casa, la tremenda cantidad nunca vista hasta entonces de cincuenta y cinco hormigas rojas y tres gusanitos de seda.

Robertito se sintió un privilegiado, tendría casa propia, el botón no era el ideal pues era un poco tristón de color y con cuatro grandes agujeros en su interior, por donde al parecer su dueño el enorme Don Martín lo tenia cosido al pantalón.

 Este como era un poco cochino no tenia costumbre de repasar los botones de su vestimenta y así le paso ....los perdió.

 Debajo del botón y una vez que el músico tapo los agujeros con pelusilla de orugas, se dispuso a colocar sus instrumentos musicales,... el piano donde componía,  sus estupendas canciones de boda, la flauta para los días de fiesta y el tambor con el que ahuyentaba sus miedos las noches obscuras cuando la luna se ponía a dormir, y al  muy tonto y miedica le daba por lloriquear.

 Encantado con el hallazgo del botón  y pensando en que no pagaría alquiler, preparo un gran cartel y espero sentado nuevos encargos de música de bodas

 

 

 
 

Para Roberto que llegara a ser un buen cantante, si sigue siendo tan bueno como es

charito

Talavera de la Reina, 25  abril, 2005